Ituren y Zubieta: los carnavales más salvajes del Pirineo

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En el corazón del valle de Malerreka, entre montañas, niebla y silencio rural, algo ancestral despierta a finales de enero. No hay lentejuelas ni desfiles brillantes. Aquí los carnavales no buscan el disfraz perfecto, sino el alma de la tierra. Llegan los Joaldunak, los guardianes del ruido, los espantadores de malos espíritus. Estamos en Ituren y Zubieta, donde el pasado camina al ritmo de cencerros y azadas.

Un ritual que se pierde en el tiempo

Nadie sabe con certeza cuándo empezó esta tradición. Algunos historiadores creen que los carnavales de Ituren y Zubieta son los más antiguos de Europa. Tienen raíces paganas, relacionadas con el final del invierno, la fertilidad de la tierra y la necesidad de ahuyentar lo oscuro para dar paso a la luz.

Durante dos días consecutivos, los vecinos de Zubieta e Ituren se visitan mutuamente, acompañados de personajes únicos que parecen salidos de un mito.

Los Joaldunak: los que hacen temblar la tierra

Los protagonistas absolutos son los Joaldunak (“los que llevan cencerros”). Van vestidos con camisas blancas, faldas de lana, pañuelos rojos, abarcas y gorros cónicos cubiertos de cintas de colores. Pero lo más llamativo son los enormes cencerros (zintzilik) que cuelgan de sus espaldas, y que hacen sonar al caminar de forma rítmica, poderosa y hipnótica.

No corren. No gritan. No hacen malabares. Simplemente caminan en fila, haciendo temblar el suelo a su paso, como si fueran parte de un conjuro antiguo.

Otros personajes que dan color y caos

Mientras los Joaldunak imponen respeto, otros personajes llenan las calles de caos y risa: hombres vestidos con harapos, caras pintadas con hollín, mujeres con delantales rotos, animales de trapo, muñecos colgando de palos… Es una explosión de burla, desorden y catarsis colectiva. Todo lo que se calla el resto del año se grita aquí.

Es tradición también que los aldeanos se lancen harina, agua o paja, porque este carnaval no se ve desde la acera: se vive desde dentro.

¿Cómo se organizan?

  • Lunes: los Joaldunak de Zubieta marchan hasta Ituren. A medio camino, se encuentran con los Joaldunak de Ituren. Se saludan, se alinean, y desfilan juntos hasta el pueblo.

  • Martes: lo mismo, pero a la inversa. Ituren visita Zubieta.

Ambos días terminan con música, comida, sidra, baile y una sensación colectiva de haber invocado algo poderoso.

Curiosidades que no sabías

  • En euskera, el carnaval se llama “Iñauteriak”, y suena tan antiguo como las piedras de los caseríos.

  • No se sabe con exactitud qué simbolizan los Joaldunak. Para algunos, representan la fertilidad del campo; para otros, son chamanes rurales que espantan lo malo.

  • Esta celebración ha sido reconocida como una de las más auténticas y singulares del mundo por antropólogos y documentalistas.

  • En muchos caseríos, los trajes se heredan de generación en generación. Participar es un honor y un deber.

 Cuando el monte se viste de tambor

Los carnavales de Ituren y Zubieta no tienen luces ni escenarios, pero tienen algo que muchos carnavales han perdido: alma. Aquí no hay espectadores, todos son parte del ritual. Porque en estos pueblos pequeños, la fiesta no es espectáculo, es memoria viva.

Y cuando los Joaldunak pasan, y sus cencerros retumban entre el barro y la niebla… el tiempo se detiene. Es el eco de lo que fuimos. Y de lo que, quizás, seguimos siendo.

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